Un
estudio asegura que la alimentación durante los primeros años de vida repercute
decisivamente en la salud de hijos y nietos. La lactancia materna previene la
obesidad
Cuando
un bebé nace, en lo último que se piensa es en sus descendientes. Los pequeños deben
alimentarse adecuadamente para poder tener un crecimiento óptimo y ser unos
niños sanos. Pero ahora también deben hacerlo por la salud de sus futuros hijos
e incluso nietos. Así lo han concluido expertos de la universidad de Atlanta
(Estados Unidos), quienes afirman que el crecimiento que lleve el bebé hasta
sus dos primeros años de vida repercute hasta en la tercera generación que le
siga.
Estas
conclusiones se presentaron por el profesor Reynaldo Martorell en el marco
del XX Congreso Internacional de Nutrición que se celebra en Granada. El
investigador desarrolló un estudio desde 2008 en Brasil, Guatemala, India,
Filipinas y Sudáfrica. Con una muestra de más de 7.000 personas de las tres
generaciones de las mismas familias, pudo observar cómo la altura de las
abuelas -malnutridas en su mayoría, al tratarse de países en vías de
desarrollo- repercutía en la salud de sus hijos y nietos. "La altura de
las abuelas era un fuerte predictor de retraso en el desarrollo de sus hijos a
los dos años de edad", explicó el profesor, quien aseguró que los
resultados obtenidos "son sorprendentemente iguales" en todos los
casos, pese a tratarse de países muy diferentes.
Martorell
reiteró la importancia de los conocidos como "mil días", que se
corresponden con los alrededor de 170 días de embarazo más los dos primeros
años de vida. Si los bebés crecen de forma lineal durante este periodo, puede
casi garantizarse que serán unos adultos sanos y, más a corto plazo, tendrán
unos resultados escolares mejores. "Este periodo se asocia a indicadores
que van a permitir que esa persona escape de la pobreza", aseguró el
profesor.
Eso
sí, si los dos primeros años de vida son esenciales, los que le siguen no lo
son menos. Si los pequeños, una vez que pasan esa línea comienzan a ganar peso
"de forma excesiva" incrementarán los factores de riesgo de padecer
enfermedades como la diabetes y la obesidad.
El profesor Bert Koletzko de la
Universidad de Múnich (Alemania), aseguró que la lactancia materna puede ayudar
a evitar la obesidad, por lo que en caso de tener que recurrir a leche de
fórmula, aconsejó aquella "con menos contenido en proteínas". Según
los datos que se derivan de un estudio entre EEUU, Europa y Australia que se
alargará hasta 2017.
Si el
primer estudioso defendió la importancia de los primeros días de vida de los
pequeños e incluso del embarazo de las madres, este investigador añadió el
periodo de antes quedarse encinta. De hecho, aconsejó que las mujeres muy delgadas
deben engordar para tener un peso normal antes de concebir al bebé. Eso sí,
esto no quiere decir que las mamás deban coger muchos kilos durante el
embarazo. "Cuando estés embarazada, no comas por dos, piensa por
dos", alegó el profesor, quien aseguró que las madres no deben comer
demasiado porque pasarían grasa al nonato "pero no necesariamente
nutrientes o vitaminas".
"Tenemos
muchas oportunidades para evitar la obesidad", y éstas comienzan antes
incluso de que el nuevo ser nazca. "Hay ensayos que demuestran que el
control de la dieta de la embarazada y la actividad física reduce en un 30% el
riesgo de que el bebe nazca con sobrepeso", explicó el profesor de la
universidad alemana.
"La
prevención de la obesidad debería incluir a bebés y niños, los hábitos
alimenticios se establecen en los primeros años de vida y son difíciles de
cambiar una vez que crecen", explicó.
Fuente: http://www.granadahoy.com/article/granada/1605657/mas/salud/bebe/mas/vida/abuelo.html
Muy interesante en verdad el papel que desempeña la nutrición como un factor de crecimiento y desarrollo de la persona hasta afectar su descendencia.
ResponderEliminarPor esa razón, las personas adultas mayores deben de comer balanceado y gracias por escribir.
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